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Editorial de Febrero del 2011: Cómo Alimentar al Mundo Salvando al Planeta

 

 

La alimentación se ha convertido en uno de los asuntos más espinosos en los debates globales, al aumentar la ansiedad por encontrar una solución para que la creciente población mundial pueda encontrar sustento. De manera creciente, el ponente especial de Naciones Unidas para el Derecho a la Alimentación, Olivier De Schutter, se está estableciendo como uno de los principales protagonistas del debate, estableciendo sin reservas una agenda radical. Esta semana en Londres, estuvo conversando con un grupo parlamentario británico, dedicado a la alimentación y a la agricultura, y les explicó el reto que ha establecido a los donantes y a la comunidad internacional. La insuficiente inversión en la agricultura en los últimos 20 años, combinada con la liberalización del comercio, ha atrapado a muchos países en desarrollo en un círculo vicioso de agricultura de baja productividad, y de dependencia de importaciones de alimentos baratos, argumenta De Schutter. Una exacerba a la otra, a medida que los agricultores locales luchan y fracasan para conseguir un precio decente por sus productos, compitiendo con las importaciones, que a menudo se han beneficiado de los subsidios del gobierno. La agricultura local ha entrado en grave declive, debido a la migración a las ciudades. Esto supone un grave fracaso del mercado. A la hora de enfrentarse con grandes poblaciones urbanas hambrientas (y a menudo sin trabajo), la política del gobierno se ve impulsada por la necesidad de mantener los alimentos baratos a toda costa, bajo la amenaza de sufrir inestabilidad política, como se ha visto recientemente en Argelia. "A corto plazo, reducir los aranceles de importación para asegurar la entrada de alimentos, permite que las poblaciones urbanas se alimenten. Pero a largo plazo, es un desastre, ya que los granjeros locales no pueden competir con precios tan bajos", afirma De Schutter, que añade que las importaciones baratas de alimentos, hacen que los países sean extremadamente vulnerables a las alzas de los precios en los mercados globales, como los que estamos viendo en la actualidad. "Desde el comienzo de los 90, el coste de la alimentación en los países en desarrollo, se han multiplicado por 5 o 6. Este aumento de los productos baratos ha producido un problema en la balanza de pagos y, por lo tanto, a inestabilidad política. Se ha privado a los países de su habilidad para alimentarse a sí mismos". Esta situación ha sesgado las políticas de numerosos países, donde la prioridad ha sido la de mantener la calma en zonas urbanas, a la vez que eliminan cualquier beneficio que pudiesen obtener los agricultores. Estos han sido marginados políticamente, a la vez que se han empobrecido, acelerando aún más la migración a las ciudades. Los donantes están reconociendo al fin la necesidad de invertir en agricultura, pero el riesgo es que están financiando los monocultivos comerciales destinados a la exportación, una estrategia que no tiene ningún tipo de efecto a la hora de asegurar la provisión de alimentos para los más pobres, asegura De Schutter.

 

 

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