Tratar los trastornos alimentarios
Los investigadores no están seguros de las causas y naturaleza subyacentes de los trastornos alimentarios. A diferencia de un trastorno neurológico, que por regla general puede seňalar claramente una lesión específica en el cerebro, un trastorno de la alimentación puede implicar una actividad anormal distribuida a través de los sistemas cerebrales. Con la creencia creciente de que los trastornos mentales son enfermedades del cerebro, los investigadores están utilizando herramientas de la neurociencia y psicología modernas para entender mejor los trastornos alimentarios.
Un método implica el estudio de los genes humanos. Con la publicación de la secuencia del genoma humano en 2003, los investigadores de salud mental están estudiando diversas combinaciones de genes para determinar si las variaciones de ADN están asociadas con el riesgo de desarrollar un trastorno mental. Las neuroimágenes, como el uso de imágenes de resonancias magnéticas (MRI), también pueden conducir a una mejor comprensión de los trastornos alimentarios.
Las neuroimágenes ya se utilizan para identificar la actividad anormal del cerebro en pacientes con esquizofrenia, trastorno obsesivo-compulsivo y depresión. También puede ayudar a los investigadores a entender mejor cómo ciertas personas con trastornos alimenticios procesan información, sin importar si se han recuperado o todavía están en pleno proceso de su enfermedad.
La realización de investigaciones psicológicas o de comportamiento en trastornos alimentarios es todavía más complejo. Como resultado, pocos estudios de tratamientos para los trastornos alimentarios han sido realizados hasta el momento. Nuevos estudios, actualmente en curso, tienen el objetivo de subsanar la falta de información disponible sobre posibles tratamientos.
Los investigadores también están trabajando para definir los procesos básicos de los trastornos, lo que debería ayudar a identificar los mejores tratamientos. Por ejemplo, la anorexia es el resultado de una imagen corporal sesgada, problemas de autoestima, pensamientos obsesivos, comportamiento compulsivo, o una combinación de todos. ¿Se pueden predecir o identificar a éstos como factores de riesgo antes que se produzca una pérdida drástica de peso, y por lo tanto, evitarse?
Estas y otras preguntas podrán ser respondidas en el futuro, ya que los científicos y médicos piensan en los trastornos alimentarios como enfermedades médicas provocadas por causas biológicas. Los investigadores están estudiando los factores diversos de comportamiento, junto con la información genética y los sistemas del cerebro, para entender mejor los factores de riesgo, identificar los marcadores biológicos y desarrollar medicamentos que pueden dirigirse a vías específicas que controlen la conducta alimentaria. Por último, las neuroimágenes y los estudios genéticos también pueden proporcionar pistas sobre cómo cada persona puede responder a tratamientos específicos.
A pesar de la relativa seguridad y la popularidad de los inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina (ISRS) y otros antidepresivos, algunos estudios sugieren que éstos pueden tener efectos inesperados en algunas personas, especialmente en adolescentes y adultos jóvenes. En el 2004, la Food and Drug Administration (FDA) condujo un examen en profundidad sobre diferentes ensayos clínicos, publicados y sin publicar, sobre los antidepresivos, en los que participaron 4.400 niños y adolescentes. El examen reveló que el 4% de los que tomaron antidepresivos pensaban en el suicidio, llegando incluso a intentarlo en algunos casos (aunque sin éxito), a diferencia del 2% de lo pacientes que consumieron placebos.
Esta información llevó a la FDA, en 2005, a adoptar una etiqueta de advertencia en forma de "caja negra" en todos los medicamentos antidepresivos, alertando al público sobre el posible aumento de pensamientos suicidas, o intentos de suicidio por parte de niños y adolescentes que consumen antidepresivos. En 2007, la FDA propuso que los responsables de todos los medicamentos antidepresivos extendieran la advertencia para incluir a los adultos jóvenes de hasta 24 años. Una advertencia en forma de "caja negra" es el tipo más grave en el etiquetado de medicamentos con receta.
La advertencia enfatiza que todos los pacientes que tomen antidepresivos deben ser estrechamente vigilados, especialmente durante las primeras semanas de tratamiento. Los posibles efectos secundarios a observar son: agravamiento de la depresión, pensamientos o conducta suicidas, y cualquier cambio inusual en el comportamiento, como insomnio, agitación, o la supresión de actos sociales habituales. La advertencia aňade que debe informarse a las familias y los cuidadores de la necesidad de una vigilancia estrecha, e informar de cualquier cambio al médico.
Un examen exhaustivo de ensayos realizados con niños, realizado entre 1988 y 2006, sugiere que los beneficios de los medicamentos antidepresivos son mayores que los riesgos para los niños y adolescentes que sufren desórdenes de ansiedad y depresión.